La intentona golpista llevada a cabo en Venezuela el 4 de febrero de 1992 por un entonces desconocido teniente coronel Hugo Chávez fue un complot con una pésima planificación que solo podía haber tenido éxito de haber logrado uno de sus objetivos: el asesinato del presidente Carlos Andrés Pérez.
Así lo afirma el libro «El Delfín», escrito por el exgeneral del Ejército venezolano Carlos Julio Peñaloza, hoy exiliado en Miami.
Además de los detalles del golpe militar, Peñazona describe en el libro los nexos de Chávez con los hermanos Castro. El general Peñaloza fue uno de los primeros en alertar que Chávez había creado un poderoso grupo procastrista dentro de las Fuerzas Armadas venezolanas.
Uno de los elementos más sorprendentes del libro son los planes de los conspiradores de colocar al expresidente Rafael Caldera a la cabeza de la nueva junta de gobierno que sería constituida si el golpe de Estado de Chávez tenía éxito. Caldera, quien un año después compitió electoralmente y ganó la presidencia, no solo estaba al tanto de la intentona golpista, sino que había accedido a asumir la jefatura de la junta, aunque advirtió que no sería un conspirador activo, relata la obra disponible ya en Estados Unidos.
«El primer paso de todo el golpe dependía de la captura de Pérez, pero si lo capturaban lo iban a matar”, agregó el general, quien meses antes del golpe había arrestado a Chávez y a varios integrantes de su logia, pero éstos fueron posteriormente liberados por el propio Carlos Andrés Pérez, quien ordenó que no se interfiriera con la carrera de los oficiales hasta que se presentaran más pruebas. La decisión de Pérez le salió sumamente caro al presidente, que luego estuvo a punto de ser apresado y eliminado por los mismos oficiales.
Según el libro, los golpistas tuvieron varias oportunidades para capturar el presidente, el primer de ellos fue al momento que llegó a Venezuela desde Davos. Todas fallaron y el presidente Pérez pudo huir de sus captores.
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