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Desempolvan el perfil psiquiátrico de Fidel Castro que hizo la CIA en 1961

La CIA hace hincapié en que Castro es inestable y necesita los halagos de sus congéneres para sentirse pleno: cualquier crítica lo desestabiliza y hace que pierda el contacto con la realidad.

Hace 53 años que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) describió a Fidel Castro como un líder neurótico y narcisista, cuya única prioridad es «mantenerse en el poder», junto a otros rasgos que, desde entonces, la historia se ha encargado de confirmar.

El perfil  psiquiátrico de Castro, elaborado por un equipo de especialistas de la CIA en octubre de 1961, explica en primer lugar que Fidel Castro no está en ningún caso loco, aunque tiene una personalidad inestable, vulnerable a la presión psicológica.

El informe de tres páginas, archivado en la Biblioteca Presidencial y Museo John F. Kennedy de Boston destaca también que Fidel Castro adora sentirse adulado por las masas, tiene enormes ansias de permanecer en el poder y necesita enfrentarse a un

adversario para entender que su existencia es perfecta.

La CIA hace hincapié en que Castro es inestable y necesita los halagos de sus congéneres para sentirse pleno: cualquier crítica lo desestabiliza y hace que pierda el contacto con la realidad.

«Excepcionales elementos neuróticos de su personalidad son el hambre de poder y su necesidad de reconocimiento y adulación por las masas: es incapaz de obtener completa satisfacción de cualquier otra fuente», subraya el informe, citado por el diario

argentino Clarin.

¿Cuáles eran sus miedos? ¿Lo son aún?

A su vez, los expertos también consideraban por entonces que Castro padecía un miedo atroz a las desgracias que le pudieran suceder debido a su pasividad (entre ellas, perder el poder por no haber sabido reconocer a tiempo los peligros que le acechaban).

Esta característica se relaciona con su necesidad psicológica de encontrarse siempre en la cima, controlando a la sociedad y velando por ella como si estuviera formada por menores de edad.

En otra parte del informe el equipo psiquiátrico de la CIA sugiere que «el desvelo de Castro por la atención médica y la alimentación de los más pobres, por brindar igualdad de oportunidades educativas a los no privilegiados, y su deseo de ser reconocido por

ellos como un hermano benevolente y protector, indica un grado de conciencia muy herida. Sus castigos extremos a las violaciones y robos hablan también de cierto grado de culpa inconsciente que tal vez pueda ser usado en su contra».

Sin embargo señala que, «pese a depender de las masas para su sostén (…) no confía en ellas lo suficiente como para convocar elecciones. Su prioridad es mantenerse en el poder. Él probablemente destruiría a ambos, a sí mismo y al pueblo cubano, para

preservar este estatus».

Después de analizar los vínculos de Castro con Raúl y con el Che Guevara, añade: «Castro parece ser un individuo pasivo que se defiende de sus miedos a esa pasividad con la exaltación de sus maneras agresivas y sádicas. Su hiperactividad, la anulación

de la rutina, la falta de organización, su impulsividad, sus rabietas, sus tendencias masoquistas, incluso con un deseo de martirio, parecen relacionadas con el lado femenino-pasivo de su personalidad. Su necesidad compulsiva de estar «en la cima» y no

ceder jamás el control o la autoridad, es otra indicación de sus miedos respecto a la pasividad».

Egoísta, «líder revolucionario» e incapaz de delegar

Entre los rasgos que más definen la personalidad de Castro, el equipo señala que uno de los más claros es su absoluto egoísmo (característica que llegan a considerar como su «Talón de Aquiles»). «Narcisista al extremo, en la victoria debe controlarlo todo,

sin delegar autoridad. Cuando se enfrenta a la derrota, su primera preocupación es retirarse para reagrupar sus recursos», completa el texto.

El informe termina destacando «la superior capacidad intelectual» de Castro, sus dotes como «líder revolucionario y agitador» y su «incapacidad para la organización y la administración. Además –dice– no puede confiar en nadie en quien delegar su autoridad».

La doctora Hilda Molina, quien durante años mantuvo una cercana relación como profesional con Castro, y ahora vive exiliada en Argentina, confió la pasada semana al sitioInfobae que durante ese tiempo fue trazando un perfil psicológico de Fidel: «Es un

psicópata. Es incapaz de cualquier tipo de sentimientos. Diseña su estrategia con precisión maquiavélica».

Molina, una reconocida neurocirujana que dirigió el Centro Internacional de Restauración Neurológica en La Habana, dijo que llegó a estudiar Psicología para tratar de conocer mejor a Castro.

«Tiene muchos trastornos de la personalidad. Es un clásico psicópata, incapaz de cualquier tipo de sentimiento genuino hacia el semejante, los demás son instrumentos para su satisfacción, y desechables cuando no los necesita», subrayó.

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Samuel Andujar

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