Contaba la reina Sofía de España que en 1992 le había preguntado a Fidel Castro “¿por qué no abres un poquito, un poquito, sólo un poquito…?”, a lo que este rápidamente le había respondido “¡Nooo, mi reina! No puedo. Si abro un poquito enseguida querrán un muchito. Eso ya lo hará mi sucesor”. Catorce años después de esta conversación, el deterioro de la salud de Castro#1 llevaría a Castro#2 al poder, y nueve años desde la sucesión todavía intentamos comprender en que consiste el “muchito” de acuerdo a un hipotético plan gradual del gobierno, tomando en cuenta que sus líderes piensan que aquellos actores—cuya identidad implícita Castro#1 confesaba a la reina que “querrán” más—pudieran hacer del “muchito” un ‘mucho’.
Este fin de semana se encuentran en la Habana los senadores republicanos Susan Collins, Jeff Flake y Pat Roberts para debatir con el gobierno cubano las posibles áreas de inversión y colaboración que se abrirán con el levantamiento del embargo. De esta forma, mientras que en Estados Unidos el apoyo al embargo americano comienza a desmoronarse, el bloqueo interno cubano es dejado a un segundo plano, como si su existencia se redujera a variaciones en la correlación económica y política con los Estados Unidos.
Pero, si el bloqueo cubano es sólo la contraposición política del embargo, es difícil explicar cómo el acercamiento diplomático con los Estados Unidos, no ha ayudado a que, por ejemplo, las reformas a la vivienda produzcan un repunte mínimo en la construcción. Y por el contrario, ocurra la demolición de 130 casas en la zona costera de la provincia de Villa Clara, algunas de ellas “por uso de materiales de construcción improcedentes” como ha sido anunciado por el gobierno en el mes de junio. Más difícil resulta entender cómo, coincidiendo con la llegada de los senadores a Cuba, Granma publique sobre la apertura de 10 nuevas salas de navegación cuando, según reportes de Google, las búsquedas y el acceso a noticias y a imágenes desde este buscador han disminuido progresivamente en la Isla. El uso llega en la actualidad a menos de la mitad que en el período 2009-2010.
Además, como nota comparativa, es importante observar como en menor período de tiempo, el Doi Moi en Vietnam y el VI plan quinquenal en China aprobaron una extensión de contratos usufructuarios mucho mayor a los 10 años de Cuba, y una profunda descolectivización de las comunas y cooperativas estatales. Mientras que en Cuba los decretos-ley 300 y 311 sancionan la co-existencia (y no disolución) de contrastantes modelos agrícolas dando primacía a los intereses de las cooperativas estatales sin extender el tiempo de contrato en el período post-lineamientos (2011) desde el Decreto-Ley 259 de 2008.
Sin embargo, la persistencia del control gubernamental, no niega una conveniente ‘elasticidad’ del bloqueo interno, que fluctúa en relación al estado de la economía en Cuba. En tiempos de crisis mengua, intentando evitar una caída en picada que propicie una revolución social, y se refuerza cuando la crisis pasa, para beneficiar al menor número de grupos en el gobierno, de los que depende la sobrevivencia de sus líderes. La percepción del pueblo del extremo compromiso de estos grupos inhibe la protesta social y hace que en las dictaduras personalistas sólo muy rápidas y agudas crisis económicas tendrían la posibilidad de desembocar en revoluciones.
De esta forma, cuando la economía mejora comienzan procesos de re-centralización, como ocurrió ya en Cuba a principios de siglo con la confiscación de empresas y retiro de licencias a negocios. Aunque a partir de ahora, los nuevos inversionistas contarán con reglas más claras sobre los derechos a la propiedad personal que se construya sobre la tierra del estado, lo que les permitiría recibir remuneración por sus pérdidas.
Entonces, si en ausencia de crisis inmediatas, el gobierno lograra evitar una explosión social, sólo un proceso de transición política pudiera resultar en la erosión significativa del bloqueo interno. Es decir, si en vez del cambio de un liderazgo carismático por otro, finalmente se estableciera un modelo de dictadura puramente militar o colectiva del partido único, se facilitaría el surgimiento de divisiones internas, que pudieran a su vez mandar señales de desunión al pueblo. Dependiente del turismo y las remesas, Cuba no se puede dar el lujo de que un Hu Yaobang lleve a un Tiananmen como pasó en la China ‘post-lineamiento’.
En cambio, sin alteración del modelo político, cuando la peor parte de la crisis económica pase con la ayuda externa, y el análisis de costo-beneficio vuelva a favorecer la vía del mar antes que a la protesta pacífica, se asegurará el gobierno cubano de repartir beneficios entre la élite comprometida, y dejar al pueblo como siempre ‘resolviendo’. Porque como bien se sabe en Cuba, con un poquito pa’ lante y otro poquito pa’ tras se evita el ‘muchito’.
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