En la región zuliana podríamos hablar de un extermino social: crisis humanitaria, derrames petroleros, contrabando, suicidio ecológico, falta de efectivo, migración al exterior y a otras regiones del país, entre otras, son las consecuencias de un sistema fallido que ha pulverizado la dignidad del zuliano, eliminado la posibilidad de desarrollo del estado y la recuperación a corto o mediano plazo.
Unos de los protagonistas de la crisis de los derrames petroleros son los pescadores del Lago en el Zulia, yo fui hasta Cabimas en el oriente del lago donde para poder vivir basan su economía netamente en la pesca la cual venden, consumen y en la mayoría de los casos cambian por otros productos. Estos pescadores están conscientes que este producto que sacan del lago tienen altos niveles de mercurio, a pesar de ello no tienen otra opción. Consultamos con varios expertos y nos comentan que el daño ambiental es tan grande que ya existe una densa capa sobre el lago que reduce el reflejo que fundamentalmente genera atracción al relámpago del Catatumbo.
El petróleo mancha los botes de pesca, obstruye los motores fuera de borda y mancha las redes. Al final de cada día de trabajo al sol, los pescadores se lavan el petróleo de las manos y los pies con gasolina cruda.
Hoy, el lago es una escena apocalíptica que está empeorando a medida que la basura empapada en aceite y la madera flotante bordea su costa a favor del viento. La inmensa extensión de agua de 13.200 kilómetros cuadrados que se conecta por un estrecho con el mar Caribe tiene sus costas empetroladas por el abandono de oleoductos de PDVSA y plantas sin mantenimiento.
Se puede percibir claramente una brisa fétida que constantemente atraviesa las costas y los pueblos, producto de los derrames constantes de petróleo, exponiendo a las personas , que dependen del lago, según los expertos, a una dieta diaria de mariscos contaminados que derivan en una serie de posibles problemas de salud, unido esto a las dificultades para obtener alimento y trabajo.
A los alrededores del lago el olor es penetrante, el aire es denso y sobre el lago una extensa capa de aceite, gasolina y petróleo. En el malecón se encuentran pescadores, algunos pescan desde allí otros se van en lanchas lago a dentro para buscar mas productos como cangrejos y palometas.
Conversando con Claudio, pescador en la zona me comenta que todos los productos que salen del Lago tienen altos niveles de mercurio, pero la necesidad los hace consumirlos de igual manera, se comercializan o se cambian por otros productos.
«Si uno tuviera manera de medir el nivel de mercurio, yo lo tengo elevado» dice Claudio, pescador de Cabimas al oriente del Lago, pero a pesar de estar conscientes de esto sus opciones no son muchas, estan condenados a la miseria y sienten no tener o merecer algo que los ayude a ir por una vida mejor.
Cabimas es una ciudad desolada, derrame petrolero de costa a costa, locales clausurados, pocos habitantes, y contaminación por todos lados.
La estatal petrolera PDVSA no ha tomado acciones ni preventivas ni reactivas a esta grave situación, el daño ecológico es tan grande que esta creando una densa capa sobre el lago que esta bloqueando el reflejo que funge como imán a los relámpagos del Catatumbo que podrían eventualmente desaparecer debido a esta crisis ecológica.
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