Cuba es un país de 11 millones de habitantes que importa más del 80% de los alimentos que consume. Un mercado potencialmente interesante para su vecino más próximo, Estados Unidos, al que las fuertes restricciones provocadas por el embargo comercial impuesto durante más de cinco décadas ha dificultado hacer negocios con la isla.
El Consejo Comercial Económico Cuba-Estados Unidos estima que las importaciones de alimentos le cuestan cerca de 2.000 millones de dólares al año al gobierno deRaúl Castro. En otras palabras, es un mercado ávido y en espera de un cambio.
La normalización de relaciones bilateralesanunciada por el presidente Barack Obama el 17 de diciembre tiene el potencial de responder a esta demanda y, de paso, beneficiar a Estados agricultores como Texas. Aunque el escepticismo opaca por ahora incluso a los más optimistas.
Entre las modificaciones importantes en su política hacia Cuba, Obama anunció la revisión de la definición de “efectivo por adelantado” que actualmente entorpece el comercio autorizado. También abrió la posibilidad de que bancos de Estados Unidos abran cuentas en instituciones financieras en Cuba para facilitar el proceso de transacciones autorizadas.
Creo que veremos un retorno al consumo de productos como trigo, carne, cerdo, condimentos y productos listos para el consumo
Parr Rosson, economista
“Al remover estas barreras comerciales, los productos agrícolas estadounidenses serán mucho más competitivos en precio”, aseguró el secretario de agricultura, Tom Vilsack.
Actualmente, cualquier productor agrícola que quiera vender a la isla debe obtener el dinero en efectivo antes de hacer el envío. El intercambio debe realizarse a través de un tercero, en general un banco, lo que implica costos adicionales.
A pesar de eso, desde 2000 existe un tímido comercio entre Estados Unidos y Cuba. Ese año se aprobó la ley de Reformas a Sanciones Comerciales y Fortalecimiento de Exportaciones (TSRA), que permitió la venta legal de productos agrícolas y medicinas a Cuba por motivos humanitarios. Esto convirtió en poco tiempo a EE UU en el principal proveedor de alimentos y productos agrícolas de la isla.
En 2002, las exportaciones alimentarias desde Estados Unidos a Cuba se tradujeron en más de 138 millones de dólares. En 2008 llegaron a su punto más alto con 710 millones, mientras en 2013 el comercio alcanzó 348 millones, según datos del Consejo Comercial Económico bilateral.
Las exportaciones estadounidenses se han concentrado en pollo congelado, soya, maíz, cerdo y embutidos. En años anteriores figuraron productos como frijoles y algodón. Los Estados exportadores son en su mayoría agrícolas como Arkansas, California, Iowa, Luisiana, Texas, Illinois, Mississippi, Minnesota, Nebraska y Misuri.
Pero ¿qué pasaría con un comercio más activo? La organización Alianza Comercial Texas Cuba, enfocada en impulsar las transacciones con la isla, destaca un informe de 2001 que incluye una proyección del impacto económico que tendría el aumento de exportaciones agrícolas hacia Cuba para los Estados norteamericanos.
En el caso de Texas, el estudio proyectó que un crecimiento de sólo 53 millones de dólares en las exportaciones generaría un valor agregado de más de 67 millones y cerca de 1.500 empleos.
En entrevista con EL PAÍS, uno de los autores del reporte, Parr Rosson, economista de Texas A&M AgriLife Extension Service y director del departamento de economía agrícola de Texas A&M University, aseguró que la nueva política de Estados Unidos hacia Cuba traerá enormes beneficios para los Estados agrícolas del país, incluyendo Texas.
En el corto plazo no creo que esto tenga un impacto en Estados agricultores porque llevará tiempo en implementarse
John Kavulich, asesor del Concejo Comercial Económico Cuba-EE UU
“Nuestros productos han estado decayendo en el mercado cubano, que se ha centrado especialmente en piernas de pollo. Creo que ahora veremos un retorno al consumo de otros productos como trigo, pero también carne, cerdo, condimentos y más productos listos para el consumo”, explicó.
“Antes, para la isla era más barato comprar de países como Brasil o Vietnam, aunque los productos demoraran más en llegar, ahora eso cambiará y los bienes estadounidenses serán más competitivos. Los agricultores y negocios en Texas han impulsado este cambio por largo tiempo”, agregó.
El reporte estima que en 2009 cerca de 85 millones de dólares en productos estadounidenses salieron de los puertos de Texas. El primer lugar lo ocupó Luisiana con $241 millones de dólares.
John Kavulich, asesor político del Concejo Comercial Económico Cuba-Estados Unidos, no oculta su escepticismo frente a la posible apertura que traerían las nuevas regulaciones para la isla.
“En el corto plazo no creo que esto tenga un impacto en Estados agricultores como Texas, primero porque llevará tiempo en implementarse. En el largo plazo hay mucha incertidumbre ¿quién va a pagar esto? Cuba debe miles de millones de dólares a Venezuela, Rusia, China y otros, las compañías estadounidenses no querrán ponerse al final de la línea para recibir el dinero, las ventas continuarán siendo en efectivo”, comentó.
Hasta ahora, el anuncio de la Casa Blanca ha causado reacciones encontradas en Texas. El senador Ted Cruz, hijo de un exiliado cubano, rechazó abiertamente el cambio diciendo que “minimizaba los intereses de seguridad nacional para Estados Unidos”. Pero otros líderes estatales, como el nuevo gobernador electo Greg Abbott se han mantenido en silencio, esperando resultados en lugar de palabras.
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