Miriam Gamarra, una empleada bancaria de 39 años que vive en una parte difĂcil de Caracas, recuerda haber sentido un dolor en el pecho cuando escuchĂ³ los disparos a la distancia mientras se dirigĂa al trabajo.
«Señor, por favor cuida a mi hijo», murmurĂ³ para sĂ misma.
Pero sus oraciones fueron en vano.
Su hijo de 21 años, Luis Ariza, fue asesinado esa noche de mayo por una fuerza especial de la policĂa venezolana que ha sembrado el miedo en los barrios de la capital.
Gamarra no estĂ¡ sola en su dolor de corazĂ³n.
Ariza es uno de los cientos de residentes que han sido asesinados por las Fuerzas de AcciĂ³n Especial (FAES) en lo que sus seres queridos y grupos de defensa han dicho a AFP como «ejecuciones».
Estas acusaciones han llegado hasta el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la ex presidenta chilena Michelle Bachelet.
DespuĂ©s de reunirse con familiares de vĂctimas en junio en Caracas, Bachelet pidiĂ³ la disoluciĂ³n de FAES, una unidad de Ă©lite creada en 2017 por NicolĂ¡s Maduro para «combatir el crimen».
Desde 2018, el grupo no gubernamental de derechos humanos Cofavic ha registrado 831 «ejecuciones» llevadas a cabo por miembros de FAES, en base a informaciĂ³n de familiares y sus propias observaciones sobre el terreno.
– Cuentas en conflicto –
El 13 de mayo, la FAES ingresĂ³ a la casa que Ariza compartiĂ³ con su esposa y sus dos hijos, dice su familia.
Cuando su esposa e hijos fueron bloqueados en la casa, los agentes se lo llevaron. Estaba desarmado, dicen sus familiares.
La esposa de Ariza dice que cuando finalmente pudo salir de su casa, encontrĂ³ su cadĂ¡ver en la calle.
Pero la FAES cuenta una historia completamente diferente.
En un informe interno obtenido por AFP, las fuerzas especiales dicen que el joven estaba en la calle portando un arma cuando un agente le ordenĂ³ que se detuviera y no cumpliĂ³.
Ariza luego disparĂ³ contra una estaciĂ³n de policĂa, lo que desencadenĂ³ un furioso tiroteo con oficiales en los que resultĂ³ herido de muerte.
La FAES dice que Ariza era sospechoso de estar involucrado en un homicidio, pero el informe interno también dice que no fue objeto de una orden de arresto, ni su arma fue señalada de ninguna manera.
Dos años antes, habĂa pasado tres meses en detenciĂ³n preventiva en relaciĂ³n con las protestas contra Maduro. Fue casi al mismo tiempo que Maduro decidiĂ³ crear el FAES.
Las fuerzas especiales tenĂan la tarea de «proteger a la gente del crimen y las pandillas terroristas» que Maduro dijo que estaban vinculadas a la oposiciĂ³n.
No pasĂ³ mucho tiempo antes de que las quejas y acusaciones de irregularidades de FAES comenzaran a llegar.
– ‘Instrumento para infundir miedo’ –
Bachelet, organizaciones no gubernamentales y familiares de los muertos dicen que las fuerzas especiales estĂ¡n actuando mĂ¡s allĂ¡ de la ley, principalmente en las zonas urbanas pobres.
EstĂ¡n acusados de disparar a hombres jĂ³venes a quemarropa, inventando tiroteos para cubrir sus huellas, ocultando informes de autopsias y evitando que los familiares vean los archivos oficiales.
En un informe publicado en julio, Bachelet dijo que sospechaba que las autoridades venezolanas estaban utilizando el FAES y otras fuerzas de seguridad «como un instrumento para infundir miedo en la poblaciĂ³n y mantener el control social».
El Ăºnico hijo de Carmen Arroyo, Cristian Charris, fue asesinado en septiembre de 2018.
«Dado que el gobierno sabe que no es popular en las zonas pobres, estĂ¡ enviando a estos asesinos para intimidar a las personas y asegurarse de que nadie se levante para impugnar las violaciones de nuestros derechos», dice.
Maduro ha acusado a Bachelet de mentir en su informe y dijo: «¡Apoye a la FAES! ¡Viva la FAES!»
La AFP solicitĂ³ reiteradamente comentarios al Ministerio del Interior, que supervisa la FAES, pero no respondiĂ³.
SegĂºn datos oficiales, 17.849 personas murieron desde 2016 hasta mayo de 2019 en casos relacionados por «resistirse a la autoridad».
Para Bachelet, estas muertes atribuibles a las fuerzas de seguridad, todas las unidades, podrĂan considerarse en muchos casos ejecuciones extrajudiciales.
– ‘Ejemplos’ –
La FAES proyecta a propĂ³sito una imagen que pretende infundir miedo en los lugareños. Los miembros usan equipo tĂ¡ctico negro, a menudo se cubren la cara y tienen un parche de calavera cosido en las mangas.
No se sabe nada sobre dĂ³nde se reclutan los agentes. Nadie sabe cuĂ¡ntos agentes hay en la FAES.
A veces muestran los cuerpos de sus vĂctimas «como ejemplos», segĂºn relatos de testigos transmitidos a Cofavic.
El jefe de la unidad, Rafael Bastardo, estĂ¡ bajo sanciones estadounidenses. Washington lo acusĂ³ de violaciones de los derechos humanos.
En un cementerio de Caracas, Ruth PĂ©rez estĂ¡ de luto por su sobrino Johander, de 21 años, quien segĂºn ella fue asesinado por la FAES unos dĂas antes.
Su tumba estĂ¡ al lado de la de su cuñado Wuilkerman Ruiz, quien, segĂºn testigos, muriĂ³ en la misma redada en Petare, uno de los barrios marginales mĂ¡s grandes del Ă¡rea de Caracas.
Los vecinos dicen que vieron a Johander de rodillas, con los ojos vendados. Luego fueron confinados a sus hogares. Escucharon disparos. La familia encontrĂ³ su cuerpo en el camino.
Los familiares dicen que la FAES acusĂ³ a Johander de ser un ladrĂ³n.
PĂ©rez ya habĂa perdido a su hermano Jesse en julio de 2018, y a su sobrino Yondris en agosto pasado, ambos tambiĂ©n vĂctimas de la FAES, dice ella.
SegĂºn la fundadora de Cofavic, Liliana Ortega, el 98 por ciento de las muertes atribuibles a la FAES quedan impunes porque «la mayorĂa de las veces, la investigaciĂ³n nunca pasa de la etapa preliminar».
Los fiscales dicen que desde 2017, 695 miembros de las fuerzas de seguridad de Venezuela han sido procesados por asesinato, tortura, arrestos ilegales e invasiones de viviendas. De ellos, 109 han sido condenados.
AFP preguntĂ³ a los fiscales si alguno de los juzgados o condenados eran miembros de FAES, pero no obtuvo respuesta.
– Obteniendo justicia –
En Petare, Arroyo le dijo a AFP que esperĂ³ mĂ¡s de un año para ver el archivo de su hijo muerto.
Charris, de 25 años, muriĂ³ de una herida de bala cuando se dirigĂa a su casa desde una fiesta de cumpleaños en su honor.
Un testigo le dijo a Arroyo que Cristian levantĂ³ las manos en el aire, pero los agentes de FAES le dispararon de todos modos.
En su informe, la unidad de Ă©lite dijo que Cristian era un criminal. Pero segĂºn los registros policiales, no tenĂa antecedentes penales en absoluto.
Su familia dice que los agentes colocaron una pistola al lado del cadĂ¡ver de Cristian. Arroyo dice que un experto notĂ³ que la colocaciĂ³n de la pistola en relaciĂ³n con el cuerpo no tenĂa sentido.
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