Italia ha dado este lunes un paso inédito en Europa para la contención del coronavirus de Wuhan, que ha puesto en jaque la economía mundial y los sistemas sanitarios de decenas de países. Su primer ministro, Giussepe Conte, ha anunciado esta noche que el país entero queda en situación de aislamiento, como ya lo estaban Lombardía y otras 14 provincias del norte. Los desplazamientos quedan prohibidos en todo el territorio y solo se permitirá viajar dentro de Italia por motivos justificados de trabajo, por cuestiones de salud y por otras razones de urgencia debidamente acreditadas. Ante el vertiginoso ascenso de los contagios —que este lunes alcanzaron los 9.172, de los que 463 han fallecido y 724 se han curado— “nos estamos quedando sin tiempo”, ha dicho. Y ha señalado que el lema a transmitir a los ciudadanos es “yo me quedo en casa”. El primer ministro ha anunciado, además, que la suspensión de la actividad didáctica en las escuelas y universidades se prorrogará hasta al menos el 3 de abril.
La noticia ha llegado el día en el que los 16 millones de personas que viven en las nuevas zonas en aislamiento comenzaban a asimilar que las próximas dos semanas sus vidas y sus costumbres sociales iban a cambiar por completo. Ahora, también tendrán que acostumbrarse en el resto del país a los controles que la policía y el Ejército ya han implantado en el norte para permitir los desplazamientos solo a quien tenga un motivo justificado. Las autoridades insisten en que la colaboración de los ciudadanos y mantener comportamientos responsables son fundamentales para ralentizar el ritmo de los contagios y evitar colapsar un sistema sanitario ya al límite.
Antes de que entrara en vigor el decreto, muchos aprovecharon para abandonar las zonas de aislamiento a toda prisa por temor a quedar atrapados y hubo quien llegó a pagar 1.200 euros de taxi para llegar a Roma, como ha contado al diario La Repubblica un taxista que la noche del sábado condujo durante seis horas para llevar a una joven de vuelta a su casa en la capital italiana.
La alarma original se ha ido transformando en resignación. “Creo que en todo este tiempo hemos estado infravalorando la gravedad de la situación”, cuenta al teléfono Michele Lafrancesco, desde Monza-Brianza, a 30 kilómetros de Milán. Trabaja como sanitario en una residencia de ancianos y este lunes, “por suerte”, dice, era su día de descanso. “Tenía miedo de que no pudiera ir a trabajar porque tengo que salir de mi provincia, pero luego entendimos que por motivos laborales sí podríamos movernos”, afirma. “Es preferible hacer caso a los expertos y quedarse en casa, salir solo a para lo imprescindible”, añade.
Blindar Lombardía, con Milán su capital, el principal motor económico del país que aporta en torno a una quinta parte del PIB nacional era la decisión que nadie quería tomar. Para limitar el impacto, tanto en el tejido empresarial de la zona, como en la vida de la gente, las autoridades permiten la libre circulación de mercancías y algunos tipos de desplazamientos, como los motivados por razones laborales o de salud y para volver al lugar de residencia. Habrá que ver ahora cómo se procede en el resto del país.
Firmar un documento
Siguiendo las órdenes del Ministerio de Interior, quienes necesiten salir o entrar en las zonas en aislamiento deberán firmar un documento en el que expliquen el motivo de fuerza por el que deben viajar. La policía podrá comprobar la veracidad de la información si lo consideran oportuno, pidiendo mayor documentación. En la estación central de Milán, desde primera hora del lunes, el Ejército estableció dos controles para comprobar la documentación de todos los viajeros: uno para los que accedían a los convoyes que se dirigían al sur y otro para los trenes regionales. Entre los pasajeros que llegaban a la estación, la policía ferroviaria realizó controles aleatorios. Las largas colas de espera entre mascarillas y certificados han marcado las imágenes de la jornada.
Este lunes, el modelo de autodeclaración que ha difundido el ministerio circulaba por la mayoría de chats de WhatsApp en el norte. “No sabemos si tenemos que llevarlo siempre encima, pero es mejor hacerlo por si acaso”, señala Nicola por teléfono, desde Urbino, otra de las áreas en aislamiento de la región de Las Marcas. En su zona, el primer día de las restricciones solo habían instalado un control, en la autovía a la altura de la frontera con Umbria. “Es la arteria principal en la que se concentra la mayoría del tráfico”, explica.
A última hora de la tarde, en cambio, no había nada en la frontera con Toscana. “La ciudad está inusualmente vacía”, cuenta por teléfono. Y señala que las farmacias pusieron en marcha un sistema de entrega a domicilio de los medicamentos para las personas más vulnerables, como ancianos que viven solos o personas con discapacidad.
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