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La hormiguita y el elefante: la estrategia del presidente de China con Panamá

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Al ex presidente estadounidense Theodore Roosevelt le gustaba jactarse de cómo «Tomé Panamá», una referencia a su papel en la separación del país de Colombia y la posterior construcción de un canal a través del istmo centroamericano.

Ahora, ese ejemplo clásico de la diplomacia del ‘garrote’ parece estar a punto de ser superado, esta vez por la astucia diplomática y la influencia económica de la nueva superpotencia emergente del mundo: China.

El domingo, el presidente Xi Jinping se convertirá en el primer jefe de estado chino en visitar Panamá, consolidando una relación en rápida evolución entre el gigante asiático y el diminuto, pero estratégicamente ubicado, hogar de una de las vías fluviales interoceánicas más importantes del mundo para el comercio mundial .

La visita se produce apenas 18 meses después de que el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, en lo que resultó una medida sorprendente, rompió relaciones con Taiwán, el rival histórico de China en pos del reconocimiento mundial, y anunció la apertura de relaciones diplomáticas con Beijing.

El presidente Juan Carlos Varela anuncia la apertura de la nueva embajada china en Panamá, con el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi. 17 de septiembre de 2017. Crédito: Presidencia de Panamá.

La hormiguita y el elefante
Desde entonces, Varela ha firmado tantos acuerdos económicos, migratorios y culturales con China, que muchos panameños se sienten incómodos, y sospechan de la falta de transparencia en torno a los contratos chinos y le temen a la precipitada carrera hacia la aceptación de un nuevo aliado tan grande y relativamente desconocido.

«Los chinos no vienen con cuentos, lo de ellos es los negocios, igual que Roosevelt», dijo Miguel Antonio Bernal, un ex candidato presidencial. «Están en ese plan de colonización, y no tenemos la capacidad profesional para resistirlo. «Somos como una hormiguita y queremos tener relaciones con un elefante», agregó.

Los avances de China en Panamá son parte de inversiones más amplias en todo el continente americano, incluyendo importantes proyectos en las industrias petroleras estatales de Venezuela y Ecuador. Aunque el interés de China es bien recibido en América Latina, especialmente en un momento en que Estados Unidos se retira de la región, también ha generado preocupación por el sistema autoritario, las prácticas de préstamos predatorias y el espionaje de China.

La alfombra roja
Mientras Panamá despliega la alfombra roja para la visita de dos días, no todo ha salido a pedir de boca para los chinos. La administración Trump ha comenzado a tomar medidas para preservar la influencia estadounidense en lo que durante mucho tiempo se consideró su «patio trasero».

En septiembre, hubo indignación cuando se corrió la voz del plan de Varela, que se negoció en secreto, de entregarle a China una excelente propiedad inmobiliaria en las orillas de la entrada del Pacífico al Canal de Panamá para su nueva embajada.

Panamá originalmente ofreció a China un sitio para su nueva embajada en la entrada del Pacífico al Canal de Panamá, que se ve aquí en un círculo rojo. Crédito: Google Earth / David Maris / Univision

Los críticos dijeron que era una afrenta a la soberanía panameña menos de 20 años después de que Estados Unidos diera por finalizada su presencia militar en Panamá, devolviera una docena de bases militares a lo largo del canal y transfiriera la vía fluvial a control panameño por primera vez desde que abrió sus puertas en 1914.

El canal, una de las grandes obras de la ingeniería moderna, fue construido y administrado por Estados Unidos hasta el 31 de diciembre de 1999, cuando le fue entregado a una autoridad autónoma panameña.

Panama Canal Drone Video
«Nos tocó el nervio patriótico», dijo Ovidio Díaz, un abogado panameño. «Los panameños somos muy orgullosos. Fue muy simbólico, y por eso a mucha gente le asustó perder el control de nuestro activo más importante», agregó.

Varela, avergonzado, se vio obligado a retirar su oferta del sitio de la embajada. A cambio de esto, a China se le ha ofrecido espacio temporal para oficinas en un rascacielos en Ciudad de Panamá.

La respuesta de estadounidense
A algunos ahora les preocupa que Panamá pueda verse atrapada en la actual guerra comercial entre China y Estados Unidos. «Cuando los elefantes se pelean, la hierba es la que sufre», dijo Bernal, citando un proverbio africano.

Los críticos de la administración Trump dicen que la respuesta estadounidense es muy escasa y demasiado tardía. La presencia de China en Panamá, encabezada por un embajador Wei Qiang, altamente calificado y bilingüe, ha crecido rápidamente, mientras que Estados Unidos no ha tenido embajador en Panamá durante casi un año.

Mientras tanto, la máquina propagandística china ha producido un impresionante video sobre la amistad entre los dos paises en el que dice sentir una profunda admiración por Panamá, su canal y su cultura, acompañado por una canción que declara que «la nueva ruta de la seda es el canal», una referencia a la antigua ruta que unía Asia y Europa.

La semana pasada, China organizó una producción en Panamá para un grupo teatral de danza, titulado » Para Conocer el Gran Canal», que conmemora su propia vía fluvial Beijing-Hangzhou, la más antigua y más larga del mundo.

Como resultado, la respuesta estadounidense se ha acelerado en los últimos meses. Quizás no fue una coincidencia que el nuevo destructor furtivo de misiles guiados diseñado por la Marina estadounidense, el USS Michael Mansoor, apareciera en el canal el jueves en su camino desde un astillero en Maine hacia California para sus ensayos de combate.

«Doble estándar»
En septiembre, después de que El Salvador y República Dominicana siguieron el ejemplo de Panamá y cortaron relaciones con Taiwán, la administración Trump llamó a sus principales diplomáticos en esos países para consultas. Eso llevó al embajador de China, a responder en Twitter, acusando a Washington de «doble estándar y prepotencia en estado puro». al recordar que Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Taiwán en favor de la China comunista en 1979.

Wei Qiang, el embajador chino en Panamá, es un usuario frecuente de las redes sociales. Crédito: La Estrella de Panamá

En una conferencia de prensa la semana pasada, Qiang negó que China tuviera intenciones imperiales. La visita del presidente Xi sería de beneficio mutuo, y China no tenía planes de «adueñarse» del canal «o imponer ideologías o sistemas políticos chinos», dijo.

Por su parte, Varela ha negado tener tensiones con Estados Unidos por los nuevos vínculos con Beijing y declaró que «Panamá es un país soberano y neutral que abre sus puertas y su canal al mundo».

La rica élite empresarial panameña, que una vez despreció a los inmigrantes chinos pobres, ha aprovechado las nuevas oportunidades y se unió a Varela a principios de este mes como parte de una delegación oficial a la feria comercial de Shanghái.

Pero algunos panameños se quejan de que la falta de transparencia de Varela ha oscurecido los acuerdos con China. «Todo ha sido demasiado rápido y secreto. En Panamá hemos tenido demasiada experiencia con este tipo de acuerdos turbios», dijo Guillermo Cochéz, ex embajador panameño ante la Organizacion de Estados Americanos (OEA).

El ex presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, fue extraditado de Estados Unidos en junio por presunta corrupción y espionaje de sus oponentes. Dos de sus hijos también fueron arrestados en Miami el mes pasado y están bajo investigación en Panamá por presuntamente haber aceptado sobornos de la enorme empresa constructora brasileña Odebrecht.

Former Panamanian President Ricardo Martinelli is escorted by US Marshals to an awaiting jet early morning June 11, 2018 at Opa Locka airport near Miami, FL. – Martinelli is being extradited back to Panama on political espionage and corruption. Martinelli, 66, has another dozen cases pending that range from the misappropriation of public funds to the sale of pardons. Crédito: Photo by Gaston De Cardenas / AFP/Getty Images
Miedo de espionaje
Los funcionarios estadounidenses siguen perturbados por las crecientes señales de que China planea convertir Panamá en una cabeza de playa para la creciente influencia económica china en el hemisferio occidental, así como para el espionaje industrial y comercial. El ex embajador de Estados Unidos en Panamá, John Feeley, quien renunció al Departamento de Estado en enero, culpa a la administración Trump por estar inicialmente «dormida al volante» en cuanto a la presencia china en Panamá.

Poco después del anuncio del presidente Varela sobre la nueva política panameña en cuanto a China, Feeley dice que dio la alarma y convenció a Washington de que enviara un equipo de analistas de inteligencia de la CIA y el FBI a Panamá e informara personalmente al presidente y al equipo de seguridad nacional sobre las posibles dificultades de las relaciones con China.

«Cubrieron el uso de espionaje industrial por parte de China, sus prácticas comerciales corruptas y la intensa presión diplomática en los foros multilaterales que Panamá podría esperar recibir», dijo Feeley, quien renunció al Departamento de Estado a principios de este año. «Aunque Varela escuchó cortésmente, me quedó claro que estaba pensando: ‘Gracias, Tío Sam, pero tengo todo bajo control,'» añadió.

«Los chinos ven en Panamá lo que nosotros vimos en Panamá durante todo el siglo XX; un centro logístico marítimo y de aviación».
El embajador protestó enérgicamente cuando más tarde se enteró de que Panamá estaba proponiendo permitirle a China ubicar su nueva embajada junto a la misión diplomática estadounidense en una antigua base militar de Estados Unidos, Fort Clayton.

«Los chinos ven en Panamá lo que nosotros vimos en Panamá durante todo el siglo XX; un centro logístico marítimo y de aviación», dijo Feeley, con componentes adicionales del siglo XXI, como una banca sofisticada, excelente conectividad y el potencial para realizar operaciones administrativas regionales y almacenamiento de datos para su expansión comercial hemisférica. «No son estúpidos, y la geografía no ha cambiado», añadió.

Por ejemplo, la compañía de telecomunicaciones china Huawei obtuvo un contrato para instalar un moderno sistema de video vigilancia a nivel de calle que involucra cámaras de reconocimiento facial de alta resolución conectadas a una base de datos «segura» que radica en la ciudad de Colón, también ubicada estratégicamente en la entrada del Atlántico del canal. El sistema también se conecta con las oficinas de defensa y migración de Panamá.

El presidente panameño, Juan Carlos Varela, y el embajador de China, Wei Qiang, en la inauguración del Centro de Operaciones C2 para Seguridad y Emergencias, un moderno sistema de seguridad de video a nivel de calle con sede en la ciudad de Colón, 21 de noviembre de 2018. Crédito: Panamá, Ministerio de Relaciones Exteriores, Panamá
Ese sistema «podría darles a las empresas con sede en China, como Huawei, un acceso sin precedentes a una multitud de operaciones lícitas e ilícitas que se realizan en la zona del canal, incluyendo las actividades comerciales de amigos y rivales», según Evan Ellis, profesor de investigación para América Latina del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos.

Panamá dice que está diseñado para ayudar a la policía y los servicios de rescate a responder más rápidamente ante el crimen y las emergencias de salud.

La trampa de la deuda
En octubre, el Secretario de Estado Mike Pompeo visitó Panamá para advertirle públicamente a Varela sobre hacer negocios con China, y criticó a las empresas estatales chinas que se involucran en «actividades económicas depredadoras».

Pompeo les dijo a los reporteros que toda la región necesitaba saber que «cuando China toca a la puerta, no siempre es para el bien de sus ciudadanos».

El presidente Juan Carlos Varela con el secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo y la ministra de Relaciones Exteriores de Panamá, Isabel St Malo
Los funcionarios estadounidenses no niegan el derecho de China a invertir en Panamá, después de todo, es el segundo mayor usuario del Canal de Panamá, después de Estados Unidos. Pero cuestionan las tácticas turbias de las grandes empresas estatales de China.

Los funcionarios estadounidenses advierten sobre la táctica china de la «diplomacia de la trampa de la deuda» mediante la cual ofrece préstamos con la trampa de que cualquier incumplimiento dejaría la propiedad en manos chinas. Por ejemplo, Ecuador actualmente está intentando renegociar acuerdos petroleros con firmas chinas después de que el ex presidente Rafael Correa firmara una serie de onerosos acuerdos de petróleo por préstamos que han dejado al país con una enorme deuda.

Sin duda, las compañías chinas han inundado Panamá en los últimos años, obteniendo contratos públicos para una gran cantidad de grandes proyectos de infraestructura — desde puertos hasta telecomunicaciones y centrales eléctricas — a veces en lo que los expertos consideran procesos de licitación dudosos. Los proyectos incluyen instalaciones portuarias en ambos extremos del canal y un cuarto puente sobre el canal.

Junto al frustrado plan de la embajada en la península de Amador, en la entrada del Pacífico al canal, un grupo chino está construyendo un nuevo centro de convenciones por 200 millones de dólares. El gobierno panameño también le está pagando a la empresa de construcción China Harbour para que construya un puerto de cruceros en la península, aunque la costa del Pacífico de América Central no es un importante destino de cruceros.

Una vista aérea de la ciudad de Panamá y la entrada al canal con vista a la península de Amador. Crédito: Getty Images
Los críticos dicen que los avances de China en Panamá parecen haberse transformado en una extensión sutil de su ambiciosa «Iniciativa del Cinturón y Carretera», una gran iniciativa de infraestructura, comercio e inversión diseñada para reposicionar a China en el centro de un nuevo orden mundial.

Algunos observadores advierten que, si no se controla, China podría sacar del negocio en Panamá los servicios de envío y operadores portuarios rivales.

«La táctica de China puede ser principalmente económica, más que militar, pero plantea la pregunta de qué podría pasar con la neutralidad del canal si la influencia de China crece demasiado», dijo Ellis.

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